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GALERIA EL GATO LA OBRA SICALIPTICA DE OLAFF CROW No se podría decir, con los términos de Karl Ruhrberg, que estas obras de Olaff Crown representan "la pintura de la razón pura". No hay ninguna pureza en ellas desde el punto de vista de la moral y las buenas costumbres ni, menos aún, de la razón. De modo que no podríamos calificarlas como depuradas, inocentes o puritanas. A menos que se hable de pureza técnica, pero solo referida a la mera realización manual, sin incluir la imaginación ni el contenido de pensamiento, porque en este último sentido estas pinturas serían consideradas más bien perversas, con la "divina perversión" del Marqués de Sade, el único gran revolucionario esteta de la Revolución Francesa. A través de su pintura Olaff Crown no va en busca del Paraíso Perdido, que ya lo sabía perdido de antemano. Por el contrario prefiere "perderse" por esta vía suya, especie de Via Crucis, en pos de las tentaciones non-sanctas del Demonio. "No debes regresar -le aconsejaron a Paul Gauguin- Ahora gozas de la inmunidad perpetua. Estás en el reino del Arte", el cual, a nuestro entender, no es un reino de este mundo. El discreto encanto del deseo, como lo diría Luis Buñuel, es lo que nos comunica el tema sicalíptico de estas pinturas. Un extraño poder de fascinación emerge de su capacidad simbólica de seducción. El uso del símbolo es lo que les permite aspirar a ser un arte absoluto, y absolutamente perturbador, de efecto compulsivo, reprimido solamente por la inevitable intrusión de la razón. En el lenguaje pictórico de Olaff Crown el color y las formas orgánicas simples operan de un modo abstraído y ambiguamente inductivo. La sexualidad explícita se convierte en símbolo y éste sustituye a la realidad, que deviene virtual y descarnada. De ese modo el artista interpreta y resume la relación sexual para representarla como un signo plástico minuciosamente congelado y desnudo, como una camisa de fuerza o una mordaza que mantienen represada la energía libidinal de la obra. Este es su sentido metafórico, que recurre al humor y a la ironía (representar algo para referirse a otra cosa) como expresión crítica de la deshumanización tecnológica y mercantil de la época. Para Olaff Crown, como para Luis Caballero, la relación erótica no es de amor sino de sexualidad forzada y perturbada. Para Caballero es un combate lacerante y frenético entre atracción y rechazo, por el desbordamiento de la pasión, mientras para Crown, por el contrario, el desenfreno es el de la razón. Peràn Erminy critico y curador venezolano.